martes, 11 de mayo de 2010

DE SU ARTE A MI…

En un país lleno de artistas incomprendidos, de espacios culturales poco difundidos y con críticos que no superan ni sus propias expectativas, nuestra oferta cultural y artística se ve disminuida ante la indiferencia de todos aquellos jóvenes y adultos que optan por la dispersión común y el entretenimiento fácil.

El poco aprovechamiento de aquellos eventos culturales y/o artísticos gratuitos, obedecen al consumismo al que estamos acostumbrados, llegando al punto de aseverar: “Si no cuesta es malo”. La gratuidad de estos actos, debería ser agradecida por el público que solamente se queja y no propone, mismo que se conforma con lo que llega a saber de arte o cultura a través de algún anuncio, periódico o nota que fortuitamente descubren.

Por otro lado, la poca asistencia produce que los precios no sean accesibles para el público en general, y convierte al arte y la cultura en una actividad de ciertas esferas que se ostentan como el círculo culto de una sociedad llena de poses y seudoconocimiento, misma que limita de manera verbal y activa el acceso a la oferta cultural y artística del país. La poca demanda implicaría una oferta pequeña, pero en realidad es a la inversa; nuestra oferta va desde la calle hasta los museos, pero no se aprovecha por la existencia del mito de la preparación para el entendimiento pleno del arte.

El arte se siente y se vive, no es algo que deba tratar de entender con meras cuestiones académicas y de forma. La expresión artística más pura produce algo en aquel que lo percibe, ve y vive; pero el académico olvida su vocación docente de enseñanza y limita en muchas ocasiones el libre sentir del arte, provocando por ende la disminución cultural de una sociedad y de un país.

Entremos entonces en el gran debate, cobrar o no, abrir o reducir, participar o evadir. ¿Tenemos el arte que merecemos? ¿Recibimos una oferta cultural digna del espectador? ¿Necesitamos conocimientos para disfrutar del arte? Creo que como mexicano tengo el derecho a recibir arte y la obligación de contribuir a la cultura, a tener acceso a mayores espacios y hacer la difusión de los mismos, a ser parte y no voltear la cabeza ante lo que tenemos enfrente. Puedo accesar a más y mejores eventos, a diversas ofertas culturales y artísticas en la medida que así lo exija, sea gratuitos o con algún costo; debo difundir todo aquello que esté en mis manos y dentro de mis capacidades, fomentando así una oferta cultural más extensa y mejorada, disfrutando el arte como es, sin tapujos ni bloqueos socialmente impuestos por aquellos que se creen con más estatus y con poder sobre el arte y la cultura.

Tenemos el arte que nos han hecho creer que merecemos, vivimos bajo la creencia de no poder disfrutar o apreciarlo por no tener conocimientos especializados, lo vemos como algo accesorio en nuestras vidas, sin percatarnos que nos encontramos rodeados por ella. Mientras que a la cultura la subvaluamos por vivir en una eterna adoración de lo extranjero , comparando la tradición con lo moderno, siguiendo tendencias que unos cuantos ponen de moda y que sin darnos cuenta es aquello que ya teníamos pero simplemente no llevan una firma o no se encontraban en aparadores de tiendas prestigiosas.

Creo verdaderamente en no desperdiciar las oportunidades que tenemos dentro y fuera de la Ciudad de México, en empezar por apreciar y defender lo nuestro y no lo que nos venden como novedosos por ser extranjero, en generar cultura al difundirla, en darle continuidad a los espacios y ofertas artísticas y culturales para justificar un costo accesible y no permitir que sean accesos limitados a sectores de élite.

Dejemos de quejarnos y preocuparnos para así poder ocuparnos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario